En las mañana cuando llego a mi trabajo, lo primero que suelo hacer es encender la luz (no porque entre muy de madrugada, si no porque mi oficina es algo oscura jeje), pongo mi bolso en el escritorio, enciendo mi computadora y monitor, busco la llave para abrir el archivero, una vez abierto pongo mis cosas dentro del mueble, me conecto al Messenger y empiezo a trabajar, la mayor parte de las veces no hablo con nadie, excepto con Rodrigo, pero es una costumbre.
Después de un par de horas trabajando me empieza a dar la cosquillita de ir por mi café, trato de ignorarlo y sigo con mis labores. De repente empiezo a percibir el delicioso aroma de mi café inexistente y casi puedo sentir el saborcito dulzón en mi boca. Para no hacer más largo el cuento, es tanto el antojo que termino consiguiendo el objeto de mi deseo: un capuchino sabor vainilla.
Me puse a pensar al respecto y llegué a la conclusión de que es una costumbre. Estoy acostumbrada a tomar mi cafecito a cierta hora y en mi lugar de trabajo, por lo tanto en cuanto llego a ese ambiente (mi oficina) o se llega la hora en que suelo beberlo... mi mente lo asocia e inmediatamente me envía la señal de que algo me hace falta para que todo se vea mejor: el café.
Estoy segura de no ser la única a quien le suceden cosas así ¿Se dan cuenta de cuántas cosas hacemos sólo por costumbre? ¿Es posible que una costumbre nos lleve de manera inconciente a adquirir un vicio? Después de todo ¿Qué son los vicios si no costumbres muy arraigadas y dañinas que se convierten en “necesidades físicas”? Incluso Juan Gabriel compuso una canción al respecto llamada “Costumbre” donde habla de que “No cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amooooooooooooor”.
Tengo una blusa de color verde que me encanta y desde hace no sé cuánto tiempo siempre que la uso me pongo también un juego de aretes en particular, en realidad no es porque vayan perfecto con el atuendo o porque no tenga otros más lindos.... es, simplemente costumbre. Cuando vengo manejando camino a casa me pasa lo mismo, tengo elegido de antemano el lado de la carretera por el que iré y en qué tramos de la misma, o cuando se trata de pasar los topes, creo que la mayoría de las veces los paso por el mismo lado. Incluso los lugares que visito, son casi siempre los mismos ¿Por qué? Por costumbre y también por aquello de “mas vale malo por conocido que bueno por conocer”.
En varias ocasiones, hablando con personas, en su mayoría casadas de varios años, ha surgido la palabra “Costumbre” un par de veces y me pregunto ¿Realmente podemos confundir el amor con la costumbre? Y recordaba también una frase que tiene que ver con el tema y suele usarse para describirnos, cita lo siguiente “Los humanos somos animales de costumbres”. Las costumbres no son malas, al menos no todas, pero pueden llegar a convertirse en Rutina y eso ya es una palabra fuerte, no negativa porque se han contado historias de personas, en las cuales la rutina condenaba o salvaba. Todo tiene siempre dos ángulos para mirarse.
Las costumbres son parte de nuestras vidas por lo tanto, y todos, sin excepciones, tenemos las propias. Algunas más fastidiosas que otras, pero son parte de nosotros ¿Costumbre? ¿Locura? ¿Manía? ¿Hábito? ¿Práctica? Llámalo como quieras, pero ahí están. ¿Cuáles son las tuyas?
Besos
Cheryl
Después de un par de horas trabajando me empieza a dar la cosquillita de ir por mi café, trato de ignorarlo y sigo con mis labores. De repente empiezo a percibir el delicioso aroma de mi café inexistente y casi puedo sentir el saborcito dulzón en mi boca. Para no hacer más largo el cuento, es tanto el antojo que termino consiguiendo el objeto de mi deseo: un capuchino sabor vainilla.
Me puse a pensar al respecto y llegué a la conclusión de que es una costumbre. Estoy acostumbrada a tomar mi cafecito a cierta hora y en mi lugar de trabajo, por lo tanto en cuanto llego a ese ambiente (mi oficina) o se llega la hora en que suelo beberlo... mi mente lo asocia e inmediatamente me envía la señal de que algo me hace falta para que todo se vea mejor: el café.
Estoy segura de no ser la única a quien le suceden cosas así ¿Se dan cuenta de cuántas cosas hacemos sólo por costumbre? ¿Es posible que una costumbre nos lleve de manera inconciente a adquirir un vicio? Después de todo ¿Qué son los vicios si no costumbres muy arraigadas y dañinas que se convierten en “necesidades físicas”? Incluso Juan Gabriel compuso una canción al respecto llamada “Costumbre” donde habla de que “No cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amooooooooooooor”.
Tengo una blusa de color verde que me encanta y desde hace no sé cuánto tiempo siempre que la uso me pongo también un juego de aretes en particular, en realidad no es porque vayan perfecto con el atuendo o porque no tenga otros más lindos.... es, simplemente costumbre. Cuando vengo manejando camino a casa me pasa lo mismo, tengo elegido de antemano el lado de la carretera por el que iré y en qué tramos de la misma, o cuando se trata de pasar los topes, creo que la mayoría de las veces los paso por el mismo lado. Incluso los lugares que visito, son casi siempre los mismos ¿Por qué? Por costumbre y también por aquello de “mas vale malo por conocido que bueno por conocer”.
En varias ocasiones, hablando con personas, en su mayoría casadas de varios años, ha surgido la palabra “Costumbre” un par de veces y me pregunto ¿Realmente podemos confundir el amor con la costumbre? Y recordaba también una frase que tiene que ver con el tema y suele usarse para describirnos, cita lo siguiente “Los humanos somos animales de costumbres”. Las costumbres no son malas, al menos no todas, pero pueden llegar a convertirse en Rutina y eso ya es una palabra fuerte, no negativa porque se han contado historias de personas, en las cuales la rutina condenaba o salvaba. Todo tiene siempre dos ángulos para mirarse.
Las costumbres son parte de nuestras vidas por lo tanto, y todos, sin excepciones, tenemos las propias. Algunas más fastidiosas que otras, pero son parte de nosotros ¿Costumbre? ¿Locura? ¿Manía? ¿Hábito? ¿Práctica? Llámalo como quieras, pero ahí están. ¿Cuáles son las tuyas?
Besos
Cheryl