jueves, 27 de noviembre de 2008

El por qué del abandono

Noviembre ha sido un mes de muchos acontecimientos importantes para mí. He estado de todos los ánimos posibles: alegre, preocupada, triste, distraída, decidida, temerosa, cansada, relajada, tranquila, contenta.... etc. Les explicaré por qué.

Empezaré por contarles que el día 08 estuvimos Rodrigo y yo en San Francisco, Nayarit (mejor conocido como San Pancho) en el cumpleaños de mi amiga Janeth. La conocí precisamente por medio de Internet, ella tiene un blog también, llamado A.N.G.E.L. Me dio mucho gusto conocerla en persona. Cumplía sus 15 añitos y les puedo decir que es una persona muy especial, una chica sencilla, sensible y muy original a la hora de mostrar su personalidad.

Unos cuantos días después mi mamá enfermó y eso puso a toda mi familia de cabeza. Con la tristeza de su enfermedad y las preocupaciones que a uno siempre le atacan cuando se ve en ese tipo de situaciones estuve muy distraída y por más que intenté ponerme a escribir algo para que el blog no estuviera abandonado, no pude hacerlo. Y me disculpo por ese motivo con las personas que amablemente pasan por aquí para leer mis historias y locuras.

Una semana después llegó mi cumpleaños. Muchas llamadas y mensajitos de felicitación. ¡Gracias amigos! Y para festejarlo organicé una salida a cenar con mis amigos más cercanos y mi novio, confiando en que todos llegaran porque hubo puente por el día festivo. Algunos salieron de fin de semana, otros estaban en sus vacaciones, pero al final de cuentas llegaron y la gran mayoría estuvo ahí conmigo. Nos pasamos un buen rato, recibí algunos regalos y los meseros me embarraron la cara con helado sabor fresa jajaja.

Al siguiente día salí fuera de la ciudad a visitar a mi mamá, quien por cierto está mejor de salud afortunadamente. Estuve allá unos días y luego volví para ponerme al corriente con el trabajo pendiente. Así que, repito, éste ha sido un mes de muchos acontecimientos.

Espero que me entiendan y disculpen el abandono en que los he tenido todo el mes de noviembre. Pronto tendrán más y mejores noticias mías.


Un beso.




Cheryl




miércoles, 5 de noviembre de 2008

Gaucha la tortuga

Gaucha es una tortuguita que vive en el bosque, cerca de un lago donde habitan toda clase de animales: desde ranas y sapos hasta hambrientos cocodrilos.

A Gaucha le gusta comer las hojas rellenas de musgo y cada vez que puede sale de su caparazón y camina lo suficiente hasta que las encuentra por una de las orillas del lago donde hay un enorme charco con agua estancada y lodosa. Sin duda alguna lo que antes fue una extensión del mismísimo lago, pero que ahora no pasa de ser un charco lleno de cosas deliciosas según la tortuguita glotona.

Aún cuando es muy peligroso el recorrido ella es una tortuga valiente, pues a pesar de que no es veloz compensa esa desventaja con el hecho de traer consigo siempre la mejor protección: su durísimo caparazón. Gaucha no tiene temor de los animales salvajes que suelen rondar por los alrededores, incluidos los cocodrilos que en más de una ocasión han intentado devorarla, sin éxito alguno puesto que, cuando se ve en peligro, Gaucha se esconde dentro de su caparazón, hasta que el cocodrilo se cansa de masticar y masticar y no obtener nada. Al final de cuentas termina escupiéndola de sus fauces.

Para Gaucha la vida es simple, se despierta por las mañanas, se da un baño en el lago y sale a buscar comida. Eso en especial le toma más de medio día para llegar hasta donde encuentra esas deliciosas hojas rellenas de musgo que tanto le encantan; pero más lento aún es el regreso, ya con la panza llena. - Si no fuera porque en esa parte del lago en que vivo el agua es más cálida y limpia me quedaría a vivir en un lugar más cercano al charco - pensaba Gaucha - así no tendría que caminar tanto.

Mientras regresaba, Gaucha iba considerando muy seriamente mudarse a un lugar más cercano al charco lodoso, por aquello de perder tiempo y caminar demasiado todos los días. Buscaría un lugar cercano donde las aguas fueran similares a las que ahora tiene, mordería las plantas hasta hacerse un lugar para dormir y buscaría todo lo necesario para sentirse segura en su nuevo hogar... de pronto Gaucha recordó muchos detalles de su actual hogar: la comodidad de su espacio, la tibieza del agua, el camino ya conocido, pero sobre todo sus amigos.

Poncho el grillo, quien siempre entona su hermosa canción por las noches y la ayuda a dormir, sus amigas las ranas tan alegres y ruidosas, Tenor y Titi los peces que todas las mañanas le dan los buenos días en el lago y le cuentan sobre Abril, una linda trucha que los tiene locos de amor.

Si, eran muchas cosas que no podía dejar de considerar, pero lo más importante era, después de todo, no morir de hambre. Vivir cerca de su comida favorita era una buena idea, y tal vez pudiera conocer nuevos amigos allá. -Pero en fin ya lo pensaré bien mañana- se dijo Gaucha. Así pasaron los días y Gaucha seguía pensando sin tomar decisión alguna.

Una mañana despertó de muy buen humor, se metió al agua y conversó unos momentos con Tenor y Titi, quienes estaban ahí sin falta, esperando por ella para contarle que Abril se había pulido las escamas y los había dejado deslumbrados, ahora brillaba mucho más con los rayos del sol que se alcanzan a colar por entre las aguas cristalinas del lago, estaba realmente hermosa, pero aún no se decidía por alguno de los dos.

Cuando Gaucha terminó de hablar con sus amigos los peces salió del lago, se paró al sol para secarse, reviso que todo estuviera en orden en su nido y entonces encaminó sus pasos hacia el charco lodoso, dispuesta a comer todo cuanto pudiera de su platillo favorito. En su lento andar la tortuguita iba contemplando todo a su alrededor, le gustaba sentir el aire en la cara, el sol en su espalda, el suelo fresco y suave en sus patas, escuchar el alegre canto de los pájaros posados en los árboles e incluso, si se podía, conversar un rato con ellos.

Cuando los pajarillos la vieron venir lentamente por el sendero se apresuraron a ir en su encuentro, cantando y gritando frases que Gaucha no entendió. Cuando ya volaban sobre ella les pidió que se calmaran un poco -¿Para que vivir tan de prisa?- Les preguntó. –¡Oh! Gaucha es que tú no sabes lo que ha pasado, es una desgracia- decían en coro las pequeñas aves. -¿Qué puede ser tan terrible para que estén tan inquietos?- preguntó Gaucha.

-Se trata del charco lodoso, ¿Hacia dónde te diriges en este momento?- dijeron los pajarillos. –Precisamente hacia allá es que voy- respondió la tortuguita con las mismas calmas con que daba los pasos- ¿Qué pasa en el charco?- inquirió. –Es mejor que lo veas con tus propios ojos- dijeron las avecillas antes de alejarse.

La tortuguita siguió caminando sin poder imaginar qué sería eso que había sucedido en el charco, que tenía tan alterados a los pajarillos. Conforme se fue acercando al lugar donde solía comer tan deliciosamente, se dio cuenta de que había cosas extrañas en el entorno. La maleza por la cual ella había trazado camino estaba regada por el suelo, muchas plantas con los tallos rotos. Había marcas extrañas por todas partes, Gaucha no podía recordar que animal era capaz de hacer esas hendiduras en el sendero, ni que manada era tan fuerte para destrozar los enormes árboles del bosque.

Cuando por fin llegó al charco lodoso, sus ojos se abrieron como platos al contemplar la escena. -¡Cielo santo! ¡Ya no hay nada de lo que era el charco lodoso! ¿Qué pasó aquí? ¿Dónde están todos?- preguntaba exaltada la tortuguita. El lugar donde antes había estado la fuente de su alimento preferido ahora era sólo un suelo plano, relleno de tierra suelta y plantas aplastadas, mezcladas con insectos y demás conocidos de Gaucha. -¿Quién pudo ser capaz de cometer semejante atrocidad?

¿Qué pasaría ahora? ¿Qué comería? ¿Dónde vivirían todos los animales que antes habitaban en los árboles, el charco y las plantas alrededor ahora que todo estaba destruido? ¿Qué había pasado con ellos? Esas y mil preguntas más rondaban por la mente de Gaucha.

Buscó y buscó, durante varias horas, alguien que le explicara lo sucedido en ese lugar, pero nadie contestó a su llamado, nadie respondió a sus preguntas, nadie había sobrevivido o al menos nadie se quedó para mirar en qué se había convertido el paraíso del charco lodoso. Con mucha tristeza regresó a su casa sin poder dejar de pensar en las hojas rellenas de musgo. Siguió su camino con pasos mucho más lentos aún, porque la tristeza la embargaba. Ya no estaba segura de poder seguir su vida sin tener ese alimento tan preciado. ¿Qué le quedaba, si ya no tenía el charco lodoso y las deliciosas hojas rellenas de musgo?

De pronto Gaucha se dio cuenta de que ella pudo haber estado ahí cuando sucedió todo, ella había considerado mudarse hacia ese lugar, había pensado en abandonar su hogar actual y a sus queridos amigos sólo para poder comer, hasta llenarse. -Después de todo- pensó con una sonrisa asomando a su rostro- sigo siendo una tortuga con suerte, estoy viva, rodeada de amigos y de muchas opciones para explorar nuevos lugares en busca de algún otro alimento delicioso. He escuchado que lago abajo hay unas lombrices de muy buen sabor y creo, además, que me hacen falta proteínas.

Y así Gaucha siguió su camino, después de haber perdido algo muy preciado para ella, pero llena de esperanzas e ilusión por lo que no ha vivido aún.



Cheryl