domingo, 24 de mayo de 2009

Costumbres

En las mañana cuando llego a mi trabajo, lo primero que suelo hacer es encender la luz (no porque entre muy de madrugada, si no porque mi oficina es algo oscura jeje), pongo mi bolso en el escritorio, enciendo mi computadora y monitor, busco la llave para abrir el archivero, una vez abierto pongo mis cosas dentro del mueble, me conecto al Messenger y empiezo a trabajar, la mayor parte de las veces no hablo con nadie, excepto con Rodrigo, pero es una costumbre.

Después de un par de horas trabajando me empieza a dar la cosquillita de ir por mi café, trato de ignorarlo y sigo con mis labores. De repente empiezo a percibir el delicioso aroma de mi café inexistente y casi puedo sentir el saborcito dulzón en mi boca. Para no hacer más largo el cuento, es tanto el antojo que termino consiguiendo el objeto de mi deseo: un capuchino sabor vainilla.

Me puse a pensar al respecto y llegué a la conclusión de que es una costumbre. Estoy acostumbrada a tomar mi cafecito a cierta hora y en mi lugar de trabajo, por lo tanto en cuanto llego a ese ambiente (mi oficina) o se llega la hora en que suelo beberlo... mi mente lo asocia e inmediatamente me envía la señal de que algo me hace falta para que todo se vea mejor: el café.

Estoy segura de no ser la única a quien le suceden cosas así ¿Se dan cuenta de cuántas cosas hacemos sólo por costumbre? ¿Es posible que una costumbre nos lleve de manera inconciente a adquirir un vicio? Después de todo ¿Qué son los vicios si no costumbres muy arraigadas y dañinas que se convierten en “necesidades físicas”? Incluso Juan Gabriel compuso una canción al respecto llamada “Costumbre” donde habla de que “No cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amooooooooooooor”.

Tengo una blusa de color verde que me encanta y desde hace no sé cuánto tiempo siempre que la uso me pongo también un juego de aretes en particular, en realidad no es porque vayan perfecto con el atuendo o porque no tenga otros más lindos.... es, simplemente costumbre. Cuando vengo manejando camino a casa me pasa lo mismo, tengo elegido de antemano el lado de la carretera por el que iré y en qué tramos de la misma, o cuando se trata de pasar los topes, creo que la mayoría de las veces los paso por el mismo lado. Incluso los lugares que visito, son casi siempre los mismos ¿Por qué? Por costumbre y también por aquello de “mas vale malo por conocido que bueno por conocer”.

En varias ocasiones, hablando con personas, en su mayoría casadas de varios años, ha surgido la palabra “Costumbre” un par de veces y me pregunto ¿Realmente podemos confundir el amor con la costumbre? Y recordaba también una frase que tiene que ver con el tema y suele usarse para describirnos, cita lo siguiente “Los humanos somos animales de costumbres”. Las costumbres no son malas, al menos no todas, pero pueden llegar a convertirse en Rutina y eso ya es una palabra fuerte, no negativa porque se han contado historias de personas, en las cuales la rutina condenaba o salvaba. Todo tiene siempre dos ángulos para mirarse.

Las costumbres son parte de nuestras vidas por lo tanto, y todos, sin excepciones, tenemos las propias. Algunas más fastidiosas que otras, pero son parte de nosotros ¿Costumbre? ¿Locura? ¿Manía? ¿Hábito? ¿Práctica? Llámalo como quieras, pero ahí están. ¿Cuáles son las tuyas?

Besos

Cheryl

jueves, 21 de mayo de 2009

Viaje a Talpa

No sé si en algún momento les he comentado que tengo 5 hermanos; tres mujeres y dos hombres, todos muy diferentes uno del otro, no sólo en el aspecto físico, si no también en carácter, gustos, pretensiones, planes de vida, etc. Mientras unos somos de piel morena y ojos oscuros, otros son blancos con ojos claros, unos con cabellos rizados y otros tan lacios como chorro de agua, unos con la vista puesta en los negocios, otros que no sabemos en realidad lo que podemos esperar de la vida.

Cada año uno de mis hermano, Javier, organiza un viaje a un conocido pueblo llamado Talpa de Allende, que es famoso por su milagrosa virgen y es visitado por cientos de personas en cualquier época del año. Yo todavía no termino de entender ciertas locuras que la gente promete, movidos por la fe, aunque no los critico ni juzgo.

En fin, este viaje no tendría gran relevancia de no ser porque la mencionada población esta a dos horas de distancia en coche y la carretera, a pesar de estar, generalmente, en buen estado, es complicada, llena de curvas y la mayor parte de ella son inclinadas subidas, pero lo mejor de todo es que el paseíto de mi hermano se realiza en bicicleta.

Todo empieza un viernes por la mañana, muy temprano, mi hermano, su hijo, algunos amigos ciclistas, mi cuñada (su esposa) y yo. Nos preparamos con provisiones de agua y comida, gorras, litros de bloqueador solar, parches y cámaras de llanta para desponchar, algunas herramientas y otros “detalles” ya que el viaje en bicicleta nos toma aproximadamente 8 horas de camino. Por supuesto se necesita una camioneta para cargar todas las provisiones y maletas, ya que nos quedamos allá durante el fin de semana, por supuesto esa camioneta necesita un chofer... ahí es donde entro yo jeje (no se les habrá ocurrido ni por un instante que yo iría en bici... verdad?).

Tanto mi cuñada como yo, nos divertimos de lo lindo (aunque nos aburrimos también durante el trayecto) platicando, comiendo y jugando cartas mientras esperamos que el convoy de ciclistas nos alcance, cuando llegan a nuestra posición les damos unos minutos de ventaja y luego salimos en pos de ellos para después volver a esperarlos. Suena divertido eh? jajajaja. Pues aunque parezca difícil de creer sí lo es, al menos a mi me lo parece.

Para cuando llegamos a Talpa ya son cerca de las 5 o 6 de la tarde, nos instalamos en un hotel, alejado del centro por aquello del bullicio, nos damos un baño, descansamos un rato y salimos rumbo a la plaza a buscar algo para cenar, ver las festividades y shows que empiezan después de misa. Al día siguiente mi cuñada y yo asaltamos una tienda de platería para comprarnos chucherías. Después hacemos las compras de recuerdos y encargos: dulces típicos conocidos como rollos de guayaba, rompope y el famoso chicle de Talpa, con el cual hacen gran variedad de figuras como sombreritos, flores, huaraches, canastas, etc.

Este viaje se realiza una vez al año, casi siempre en mayo... y la verdad estoy ansiosa por ser parte del grupo, aunque por esta vez no pueda participar de la misma forma (los alcanzaré allá el sábado por la tarde).


Besos y abrazos.

Cheryl


P.D. Lamento el abandono, me disculpo con todos mis amigos que se toman el tiempo de leerme. Gracias!