Hace tiempo, al llegar a cierta edad, me puse a pensar en mí. A preguntarme ¿Qué cosas he hecho con mi vida? ¿Qué me hace sentir orgullosa de ser yo? ¿Hacia donde estoy encaminándome? ¿Qué espero hacer? ¿Qué quiero lograr? Y muchas preguntas más.
De pronto, mientras miraba unas fotos de mi infancia, me vi, ahí sentada sobre una piedra con un vestido azul oscuro, mirando fijamente hacia la cámara con un serio gesto “yo lo se todo” y una duda asaltó con fuerza a mi mente, esa niña que era yo hace algunos años, si me conociera ahora en estos momentos ¿se sentiría orgullosa de mi?
En honor a mi género y como buena pensadora, estuve horas analizando el tema sin descanso. Y me di cuenta de que la respuesta es NO. Si la niña que yo era hace jeje unos pocos años se presentara de pronto aquí, justo frente a mí y conviviera conmigo, con la persona que soy ahora, lo más probable es que no estaría contenta.
No significa que mi vida sea mala ni que me arrepienta de las decisiones que he tomado, pero sí acepto que no me he convertido en lo que soñaba ser cuando tuviera la edad que tengo en estos momentos. Recuerdo que uno de mis planes era ser astronauta, soñaba con ir a conocer la luna y revisar una a una las estrellas del cielo para saber de qué color eran y porque brillaban tanto; o ser presidenta, en ese entonces no tenía bien definido de qué sería presidenta pero el rango estaba claro; en cambio termine siendo Contadora, no es algo terrible pero si es verdad que no tiene nada que ver con ninguno de mis sueños.
Otro de los sueños de mi infancia era casarme y tener hijos. Digo después de todo ¿qué niña no sueña con eso? No me he casado aún y por supuesto tampoco tengo hijos y a veces pienso que eso no es para mí, soy tan intolerante con los niños que una de mis hermanas suele llamarme Herodes jajaja. Ese es otro sueño incumplido que haría sentir frustrada a mi niña interior.
Viajar!! Ese era otro de mis sueños, quería conocer el mundo montada en un globo aerostático. Pasar a visitar los países en los que se supone se desarrollaban los “cuentos de hadas”, esos donde los príncipes y las princesas se enamoraban, vencían a la bruja, al lobo o a todos los malos que aparecieran y eran por siempre felices. Quería subir a las pirámides de Egipto, navegar por los mares en un barco pirata, escalar montañas. Como dijera mi padre: sueños guajiros.
Pero claro está que ahora veo las cosas de una manera muy diferente que cuando tenía 6 años. ¿Recorrer el mundo en un globo aerostático? Por Dios!!! He aprendido muchas lecciones de vida, he luchado por lo que he querido, he sufrido, he fracasado en algunos intentos y eso me ha enseñado cosas que no imaginaba que existieran como el engaño, las consecuencias y las desilusiones.
Quisiera pensar que he crecido, que he madurado, que soy una mujer adulta con toda la experiencia e independencia de una persona de mi edad. Que hago mi vida como quiero hacerla, sin complicaciones, sin remordimientos, sin culpas o preocupaciones. Que no tengo nada mal en mi interior, no problemas sentimentales, ni laborales, que no tengo líos económicos, que disfruto vivir como si fuera este momento el último de mis momentos....
Pero no es así, no hago cosas que realmente quisiera. Y tal vez si mi vida fuese de esa manera terminaría pensando que no la estoy viviendo de la manera correcta.
Madurar es entender que la vida siempre tiene complicaciones, que nunca estaré completamente bien, ni completamente mal. Que las personas que me rodean son mundos independientes del mío y por lo tanto tienen sus propias complicaciones.
Que siempre existirá un alguien que me saque de mis casillas, que me enamore y me desilusione, que me enseñe algo de la vida o que me quiera cambiar. Que no siempre obtendré lo que quiero y que lo que quiero no siempre será lo que necesito. Que la vida se debe vivir como se va presentando sin preocuparme en pensar en lo que será mi futuro o culparme por lo que ya hice mal en el pasado.
De esa manera creo que la niña que hay en mi estaría orgullosa de la persona en quien se ha convertido.
Cheryl
De pronto, mientras miraba unas fotos de mi infancia, me vi, ahí sentada sobre una piedra con un vestido azul oscuro, mirando fijamente hacia la cámara con un serio gesto “yo lo se todo” y una duda asaltó con fuerza a mi mente, esa niña que era yo hace algunos años, si me conociera ahora en estos momentos ¿se sentiría orgullosa de mi?
En honor a mi género y como buena pensadora, estuve horas analizando el tema sin descanso. Y me di cuenta de que la respuesta es NO. Si la niña que yo era hace jeje unos pocos años se presentara de pronto aquí, justo frente a mí y conviviera conmigo, con la persona que soy ahora, lo más probable es que no estaría contenta.
No significa que mi vida sea mala ni que me arrepienta de las decisiones que he tomado, pero sí acepto que no me he convertido en lo que soñaba ser cuando tuviera la edad que tengo en estos momentos. Recuerdo que uno de mis planes era ser astronauta, soñaba con ir a conocer la luna y revisar una a una las estrellas del cielo para saber de qué color eran y porque brillaban tanto; o ser presidenta, en ese entonces no tenía bien definido de qué sería presidenta pero el rango estaba claro; en cambio termine siendo Contadora, no es algo terrible pero si es verdad que no tiene nada que ver con ninguno de mis sueños.
Otro de los sueños de mi infancia era casarme y tener hijos. Digo después de todo ¿qué niña no sueña con eso? No me he casado aún y por supuesto tampoco tengo hijos y a veces pienso que eso no es para mí, soy tan intolerante con los niños que una de mis hermanas suele llamarme Herodes jajaja. Ese es otro sueño incumplido que haría sentir frustrada a mi niña interior.
Viajar!! Ese era otro de mis sueños, quería conocer el mundo montada en un globo aerostático. Pasar a visitar los países en los que se supone se desarrollaban los “cuentos de hadas”, esos donde los príncipes y las princesas se enamoraban, vencían a la bruja, al lobo o a todos los malos que aparecieran y eran por siempre felices. Quería subir a las pirámides de Egipto, navegar por los mares en un barco pirata, escalar montañas. Como dijera mi padre: sueños guajiros.
Pero claro está que ahora veo las cosas de una manera muy diferente que cuando tenía 6 años. ¿Recorrer el mundo en un globo aerostático? Por Dios!!! He aprendido muchas lecciones de vida, he luchado por lo que he querido, he sufrido, he fracasado en algunos intentos y eso me ha enseñado cosas que no imaginaba que existieran como el engaño, las consecuencias y las desilusiones.
Quisiera pensar que he crecido, que he madurado, que soy una mujer adulta con toda la experiencia e independencia de una persona de mi edad. Que hago mi vida como quiero hacerla, sin complicaciones, sin remordimientos, sin culpas o preocupaciones. Que no tengo nada mal en mi interior, no problemas sentimentales, ni laborales, que no tengo líos económicos, que disfruto vivir como si fuera este momento el último de mis momentos....
Pero no es así, no hago cosas que realmente quisiera. Y tal vez si mi vida fuese de esa manera terminaría pensando que no la estoy viviendo de la manera correcta.
Madurar es entender que la vida siempre tiene complicaciones, que nunca estaré completamente bien, ni completamente mal. Que las personas que me rodean son mundos independientes del mío y por lo tanto tienen sus propias complicaciones.
Que siempre existirá un alguien que me saque de mis casillas, que me enamore y me desilusione, que me enseñe algo de la vida o que me quiera cambiar. Que no siempre obtendré lo que quiero y que lo que quiero no siempre será lo que necesito. Que la vida se debe vivir como se va presentando sin preocuparme en pensar en lo que será mi futuro o culparme por lo que ya hice mal en el pasado.
De esa manera creo que la niña que hay en mi estaría orgullosa de la persona en quien se ha convertido.
Cheryl
3 comentarios:
Hola Cheryl.... me has echo recordar mi infancia y mis sueños en akel entonces... Creo ke en algunos aspectos estaria contenta y en algunos otros desilusionada, pero asi es la vida.
Cuando uno es niño muchas veces sueña cosas muy tontas XD, yo a diferencia tuya creo ke nunca soñe con casarme y tener hijos jeje soy una rara vdd =P.
Efectivamente. Contadas serían las personas que si pudiesen conversar con su "Yo" infantil, lograrían hacerle sentir feliz haciéndole ver en lo que se han convertido.
"¿En serio haces esas cosas tan aburridas todo el día?" Me diría mi pequeño yo... Pero a fin de cuentas, por saber que pensamos igual y aunque le desilusione verme con poco pelo, se sentiría feliz de que lo que hago y lo que soy me hace feliz... A pesar de no apegarme al plan maestro que diseñé con meticulosidad en la infancia.
¡En hora buena por tu primer publicación en este blog!
Gracias por sus comentarios. Estoy feliz de tener un lugar donde escribir todas las cosas que se me ocurren y que personas como ustedes se tomen el tiempo de leerlas. Gracias.
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