La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida... tan tán.
¿Qué sería de nuestras vidas si no existiera el factor sorpresa? Y si por alguna enfermedad o maldición gitana perdiésemos nuestra capacidad de sorprendernos, o ya conociéramos de antemano el destino y las paradas de nuestro tren de vida. ¿Qué sería de nosotros sin las sorpresas?.
Supongo que todos hemos recibido alguna vez una sorpresa. El juguete que deseábamos, la llegada a casa de un ser querido, de un bebé, el regalo que no esperábamos, las flores en un cumpleaños, una canción de amor, el viaje que anhelabas, encontrarte dinero en la bolsa de un pantalón que hace mucho no usabas, toparte en la calle con alguien que tenías años sin ver, recibir una herencia, darte cuenta de que tienes un enamorado (a) secreto (a), recibir una llamada de alguien especial, etc.
¡Que felicidad nos embarga! Cuando las cosas nos salen bien, de acuerdo “al plan maestro diseñado con meticulosidad” (como dice mi amigo JC). Tenemos un buen empleo, un hogar, una pareja, buenos amigos, un auto… sentimos que la vida es hermosa, hasta puede ser que cuando miramos al cielo aparezcan algunas pinceladas de color rosa. Todo parece perfecto!!
Que buenas son las sorpresas ¿Verdad? Pero cuando se trata de sorpresas negativas ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo manejamos?
Sales de tu casa corriendo porque llegarás tarde a tu primer día de trabajo y descubres que tu coche tiene ponchada una llanta o peor aún que tu coche no está, no te dan el empleo que tanto quieres, la chica o el chavo que quieres se va a casar con otra persona, vas caminando por la calle y te caes en una alcantarilla, alguien cercano a ti fallece, te roban la cartera o pierdes tu dinero en una mala inversión, etc.
Esas sorpresas no suenan tan lindas. Pero al fin y al cabo son sorpresas. Y pensándolo bien ¿Cómo reconoceríamos algo bueno, si no hemos conocido lo malo? ¿Cómo encontraras al príncipe o princesa azul si no has besado ningún sapo? ¿Cómo sabes que tienes un buen empleo si no has tenido uno pésimo? Y así la lista es interminable.
El punto es, que sean buenas o malas, positivas o negativas, las sorpresas son parte esencial de la vida, y demos gracias por esto, ellas no se toman días de descanso, ni vacaciones, siempre están ahí… ocurriendo. Porque la vida no sería vida si no estuviera llena de sorpresas.
Nos leemos pronto.
Cheryl
¿Qué sería de nuestras vidas si no existiera el factor sorpresa? Y si por alguna enfermedad o maldición gitana perdiésemos nuestra capacidad de sorprendernos, o ya conociéramos de antemano el destino y las paradas de nuestro tren de vida. ¿Qué sería de nosotros sin las sorpresas?.
Supongo que todos hemos recibido alguna vez una sorpresa. El juguete que deseábamos, la llegada a casa de un ser querido, de un bebé, el regalo que no esperábamos, las flores en un cumpleaños, una canción de amor, el viaje que anhelabas, encontrarte dinero en la bolsa de un pantalón que hace mucho no usabas, toparte en la calle con alguien que tenías años sin ver, recibir una herencia, darte cuenta de que tienes un enamorado (a) secreto (a), recibir una llamada de alguien especial, etc.
¡Que felicidad nos embarga! Cuando las cosas nos salen bien, de acuerdo “al plan maestro diseñado con meticulosidad” (como dice mi amigo JC). Tenemos un buen empleo, un hogar, una pareja, buenos amigos, un auto… sentimos que la vida es hermosa, hasta puede ser que cuando miramos al cielo aparezcan algunas pinceladas de color rosa. Todo parece perfecto!!
Que buenas son las sorpresas ¿Verdad? Pero cuando se trata de sorpresas negativas ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo manejamos?
Sales de tu casa corriendo porque llegarás tarde a tu primer día de trabajo y descubres que tu coche tiene ponchada una llanta o peor aún que tu coche no está, no te dan el empleo que tanto quieres, la chica o el chavo que quieres se va a casar con otra persona, vas caminando por la calle y te caes en una alcantarilla, alguien cercano a ti fallece, te roban la cartera o pierdes tu dinero en una mala inversión, etc.
Esas sorpresas no suenan tan lindas. Pero al fin y al cabo son sorpresas. Y pensándolo bien ¿Cómo reconoceríamos algo bueno, si no hemos conocido lo malo? ¿Cómo encontraras al príncipe o princesa azul si no has besado ningún sapo? ¿Cómo sabes que tienes un buen empleo si no has tenido uno pésimo? Y así la lista es interminable.
El punto es, que sean buenas o malas, positivas o negativas, las sorpresas son parte esencial de la vida, y demos gracias por esto, ellas no se toman días de descanso, ni vacaciones, siempre están ahí… ocurriendo. Porque la vida no sería vida si no estuviera llena de sorpresas.
Nos leemos pronto.
Cheryl
2 comentarios:
Esas son las maravillas de los contrastes... Y la falta de los mismos ocacionan casos como miles que hay donde gente que lo tiene casi todo se deja agobiar por problemas que no son tan graves.
Simplemente no recuerdan cómo se ve el fondo y por eso ese breve chapoteo los hace sentir que se ahogan.
La altitud se mide desde el suelo.
Saludos!
simplemente puedo decir algo... vivan las sorpresas d la vida...m m mm m m espero tener mas sorpresas positivas.."" y cuando me lleguen las negativas saber manejarlas bien.. GURRUMINA
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