Este fin de semana pasado nos fuimos Rodrigo y yo con unos amigos a acampar a una playa en Sayulita, Nayarit. Hasta hace un par de años cada vez que escuchaba la palabra Acampar venían a mi mente palabras espeluznantes como por ejemplo: Incomodidad, pesadillas, dolor de estómago, dolor de cabeza, insomnio, mosquitos devoradores, bichos rastreros, etc.
Afortunadamente he cambiado de parecer al respecto, hoy en día eso de hacer camping me gusta mucho. Resultó no ser exactamente lo que yo me imaginaba, pero claro que no he acampado en cualquier parte, sólo en lugares dedicados especialmente para ese fin. En otras palabras los lugares donde acostumbramos acampar son espacios abiertos ya sea cerca de un cerro o en la playa, que cuentan con baños (muuuuuy importante) y seguridad. Digo no queremos que nos pase como en las películas de terror en donde siempre hay un malvado espiando a los chicos buenos (o sea nosotros jiji) desde la oscuridad y con muy malas intenciones.
Bueno el caso es que llegamos a la playa el sábado por la tarde, aún con buena luz de día, escogimos el espacio que nos pareció mejor e instalamos nuestras casas de campaña, cuidando de revisar muy bien algunos detalles, que vas aprendiendo conforme adquieres experiencia en esto del camping.
Rodrigo y yo, al igual que los demás, íbamos armados de cobijas, almohadas, colchoneta, comida, agua, ropa cómoda y calientita, un pequeño botiquín e implementos higiénicos de primera necesidad. Al parecer muchas otras personas tuvieron la misma idea que nosotros porque el campamento estaba lleno, con una variedad de casas de campaña que bien hubiera parecido un desfile de modas. Pudimos apreciar diferentes estilos y tamaños, muchos colores y sobre todo los cuidados que las personas les dan a las mismas. Y permítanme decirles que algunas dejaban mucho que desear al respecto.
Y qué decir del tamaño de algunas de esas casas, mientras unas parecían mansiones, otras apenas si permitirían el cupo de las cobijas que llevamos para la ocasión. Algo que también valió la pena observar es el modo de vida de algunas de las personas que nos encontramos en ese lugar. Estoy convencida de que varios de ellos viven ahí de manera casi permanente o al menos durante significativos períodos de tiempo. Me alegra saber que hay personas que realmente necesitan muy poco para vivir tranquilos y felices: un lugar para dormir (la casita de campaña), una buena playa, un baño (sin importar las condiciones del mismo), un poco de comida, jabón y pasta dental.
Llámenme quisquillosa pero eso es algo que no me atrae. Es decir, me gusta acampar, instalar mi casita en la superficie más plana que encuentre, hacer una fogata por las noches para asar bombones o salchichas, contar historias de miedo mientras te embadurnas el cuerpo de repelente contra mosquitos, cuidar bien los alimentos para que no se acerquen las hormigas, admirar el cielo nocturno lleno de estrellas, estar al aire libre la mayor parte del tiempo, etc. Pero definitivamente no podría hacer eso por mucho tiempo.
El domingo por la tarde, empezamos a levantar el campamento después de haber comido una deliciosa hamburguesa en el pueblito. Una vez que dejamos limpio el lugar, sin rastros de nuestra presencia y que los coches estuvieron de nuevo con las cajuelas llenas con nuestras pertenencias, entonces nos dispusimos a regresar a nuestros hogares.
Si se te antoja ir de campamento y no lo has hecho con anterioridad, te voy a dar las siguientes recomendaciones:
No olvides tu casa de campaña ni nada que tenga que ver con ella.
Dependiendo del lugar a donde vayas a acampar y el clima, vete preparado.
Lleva suficiente agua y comida.
Repelente de mosquitos.
Jabón y pasta dental.
Papel higiénico.
Botiquín.
Bloqueador solar.
Ropa cómoda.
Colchoneta.
Tal vez olvidé mencionar algo importante, si es así lo siento, tampoco soy una experta jeje. Cuídense mucho.
Besos
Cheryl
Afortunadamente he cambiado de parecer al respecto, hoy en día eso de hacer camping me gusta mucho. Resultó no ser exactamente lo que yo me imaginaba, pero claro que no he acampado en cualquier parte, sólo en lugares dedicados especialmente para ese fin. En otras palabras los lugares donde acostumbramos acampar son espacios abiertos ya sea cerca de un cerro o en la playa, que cuentan con baños (muuuuuy importante) y seguridad. Digo no queremos que nos pase como en las películas de terror en donde siempre hay un malvado espiando a los chicos buenos (o sea nosotros jiji) desde la oscuridad y con muy malas intenciones.
Bueno el caso es que llegamos a la playa el sábado por la tarde, aún con buena luz de día, escogimos el espacio que nos pareció mejor e instalamos nuestras casas de campaña, cuidando de revisar muy bien algunos detalles, que vas aprendiendo conforme adquieres experiencia en esto del camping.
Rodrigo y yo, al igual que los demás, íbamos armados de cobijas, almohadas, colchoneta, comida, agua, ropa cómoda y calientita, un pequeño botiquín e implementos higiénicos de primera necesidad. Al parecer muchas otras personas tuvieron la misma idea que nosotros porque el campamento estaba lleno, con una variedad de casas de campaña que bien hubiera parecido un desfile de modas. Pudimos apreciar diferentes estilos y tamaños, muchos colores y sobre todo los cuidados que las personas les dan a las mismas. Y permítanme decirles que algunas dejaban mucho que desear al respecto.
Y qué decir del tamaño de algunas de esas casas, mientras unas parecían mansiones, otras apenas si permitirían el cupo de las cobijas que llevamos para la ocasión. Algo que también valió la pena observar es el modo de vida de algunas de las personas que nos encontramos en ese lugar. Estoy convencida de que varios de ellos viven ahí de manera casi permanente o al menos durante significativos períodos de tiempo. Me alegra saber que hay personas que realmente necesitan muy poco para vivir tranquilos y felices: un lugar para dormir (la casita de campaña), una buena playa, un baño (sin importar las condiciones del mismo), un poco de comida, jabón y pasta dental.
Llámenme quisquillosa pero eso es algo que no me atrae. Es decir, me gusta acampar, instalar mi casita en la superficie más plana que encuentre, hacer una fogata por las noches para asar bombones o salchichas, contar historias de miedo mientras te embadurnas el cuerpo de repelente contra mosquitos, cuidar bien los alimentos para que no se acerquen las hormigas, admirar el cielo nocturno lleno de estrellas, estar al aire libre la mayor parte del tiempo, etc. Pero definitivamente no podría hacer eso por mucho tiempo.
El domingo por la tarde, empezamos a levantar el campamento después de haber comido una deliciosa hamburguesa en el pueblito. Una vez que dejamos limpio el lugar, sin rastros de nuestra presencia y que los coches estuvieron de nuevo con las cajuelas llenas con nuestras pertenencias, entonces nos dispusimos a regresar a nuestros hogares.
Si se te antoja ir de campamento y no lo has hecho con anterioridad, te voy a dar las siguientes recomendaciones:
No olvides tu casa de campaña ni nada que tenga que ver con ella.
Dependiendo del lugar a donde vayas a acampar y el clima, vete preparado.
Lleva suficiente agua y comida.
Repelente de mosquitos.
Jabón y pasta dental.
Papel higiénico.
Botiquín.
Bloqueador solar.
Ropa cómoda.
Colchoneta.
Tal vez olvidé mencionar algo importante, si es así lo siento, tampoco soy una experta jeje. Cuídense mucho.
Besos
Cheryl
3 comentarios:
y la proxima semana toca un lugar totalmente diferente... la sierra! ahhh jeje que emocion jaja
Sólo faltó recomendar llevar una guitarra para la bohemia a la luz de la fogata... je je je...
Algún día lo haré : )
Y ya nos contarás qué tal te fue acampando en la sierra y nos mostraras nuevas fotos conviviendo con algún tlacuache... = P
y por que no vienen a acampar a San Pancho? C:
Ahora que lo pienso nunca he ido a acampar, como que no se me antoja.
Saludos.
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