¿Alguna vez han sentido pesar por haber dicho algo que no era justo o bueno?
Recuerdo que una vez, estando en el trabajo, una de mis compañeras recibió una llamada de otra oficina, donde laboraba una chica… de apariencia diferente para mis ojos. Mi colega contestó y se salió de la habitación y yo creyendo que ya había terminado la llamada empecé a comentar con otra lo exageradamente delgada que estaba la susodicha mujer y las manchas tan notorias que tenía en su piel, sin darme cuenta de que el teléfono permanecía descolgado, señal de que alguien esperaba al otro lado de la línea. Afortunadamente nadie estaba prestando atención a las conversaciones que se sucitaban en mi oficina.
Aclaro que esto que les cuento no es nada que me cause orgullo comentar, al contrario. Me sentí tan mal por haber dicho cosas que no hacen ningún bien a nadie que las escuche y menos a quien las dice, en este caso yo. Y esto me hace preguntarme ¿Por qué decimos tantas cosas feas de los demás? Si lo que se nos ocurre hablar no va a causarle bien a nadie ¿Para qué hacerlo?
Es casi seguro que la mayoría de nosotros hemos sido lastimados en algún momento de nuestras vidas por las palabras de otra persona, porque nos criticaron la forma de vestir, de hablar, de caminar o dijeron cosas crueles sobre nuestro cuerpo, familia, etc. Y sin embargo, a pesar de saber cuánto duele no podemos frenar nuestra boca para causarle el mismo daño a alguien más.
En México nos caracterizamos por hacer broma de todo, hasta de la misma muerte. Nos burlamos de todos, sin importar raza, posición social, cargo político, género, ocupación, etc. Siempre tenemos algo “gracioso” que decir al respecto de cualquier cosa. No digo que esté mal, pero ¿Qué pasó cuando unos fulanos ingleses se pusieron a decir pestes sobre ser mexicano? Inmediatamente pusimos el grito en el cielo, como luego dicen, nos enojamos, quejamos y nos sentimos ofendidos por las despectivas palabras con que unas personas extranjeras nos describieron. Ahora sí que fuimos medidos con la misma vara que nosotros usamos para con los demás.
Tratar de ser felices en la desgracia, ver siempre un lado positivo y chusco de la vida es algo muy loable, una característica nuestra que nos hace famosos en el mundo. Pero lo mejor es no rayar en la crueldad. Somos humanos, por lo tanto imperfectos. Nadie está libre de ser criticado, burlado e incluso a veces calumniado. No podemos cambiar el mundo con sólo pensarlo, eso está claro, pero sí podemos poner un buen ejemplo a las personas que nos rodean. Por eso la proxima vez que se me presente la oportunidad de ser una víbora criticona, haré todo lo posible por evitarlo (entiendanme se requieren años de practica jeje).
Y tú ¿Harás el esfuerzo?
Nos leemos después.
Besitos
Cheryl