En una era donde los autos son cada vez más potentes y livianos; los celulares son multifacéticos que lo mismo sirven para hacer tu llamada como para tomar y enviar fotos, conectarte al Internet o controlar tu agenda de compromisos; los reproductores de música son una maravilla a la que le puedes meter miles de canciones y hasta videos que se pueden ver en sus pequeñas pantallas de cristal liquido; está también la investigación incansable en el área de la medicina, la creación de medicamentos que dan solución a problemas que pensamos que no la tendrían nunca y curen enfermedades que hasta hace algunos años nos parecían imposibles de curar, que las cirugías estén en su apogeo y a estas alturas puedas corregirte cualquier cosa que no te agrade de tu físico. Genial ¿no?
Desafortunadamente la ciencia y la tecnología no son las únicas que han tenido notables avances y crecimiento. La violencia y la delincuencia están también a la orden del día y los ciudadanos de la región donde yo resido, Puerto Vallarta Jalisco y Bahía de Banderas Nayarit, estamos sufriendo cada vez con mayor frecuencia los ataques de las mismas.
El incremento en la delincuencia nos tiene a todos con los nervios de punta. Balaceras a cualquier hora del día, secuestros, tráfico de drogas, fraudes, etc. Son sólo algunas de las novedades que tenemos en nuestras localidades. Como todo, la violencia tuvo un inicio discreto, supongo que los delincuentes tenían la precaución de hacer todos sus “movimientos” a horas en que la mayoría de las personas comunes dormíamos y los disturbios eran rara vez asuntos que llamaran la atención de la ciudadanía porque no pasaban de ser rencillas entre personas dedicadas a lo mismo y limitado a ciertas zonas de la cuidad.
Esa situación cambio de unos meses hacia acá. Los horarios cambiaron. Ahora nos sentimos en peligro sin importar hora del día o zona en que transites. Ya no hay limitantes para la violencia, tan posible es que los delincuentes se agarren a balazos con sus enemigos o con la policía a media noche y en un barrio casi deshabitado como lo es que suceda en pleno mediodía en un centro comercial o en una de las colonias más populares de la ciudad.
Poco a poco estamos perdiendo la tranquilidad de nuestras vidas cotidianas y cumpliendo con todos los requisitos necesarios para llamar “ciudad peligrosa” a nuestra localidad. Es realmente una lástima ver que las autoridades locales, encargadas de atrapar y controlar a los malhechores, estén tan poco preparadas para hacerlo y que el armamento de los malos supere en mucho al de nuestros “protectores”, quienes la mayoría de las veces prefieren “llegar tarde” al lugar de los hechos con tal de no enfrentarse a quienes cuentan con armas de alto calibre mucho mejores que las suyas, con automóviles blindados y más rápidos, y que incluso los superan en número.
Las autoridades federales no se hacen de la vista gorda ante los hechos y nos mandan personal capacitado y armado lo suficiente para hacer frente a la ola de violencia que nos tiene temerosos a todos. Aunque esto también nos ocasione más trastornos en lo que respecta a nuestra vida cotidiana: retenes policiales en las peores horas del tráfico, revisiones que, en ocasiones, se podrían confundir con acoso por parte de las autoridades en cumplimiento de su deber.
Yo siempre me preguntaba ¿Cómo es posible que habiendo tanta delincuencia y peligros en las grandes ciudades, como el Distrito Federal, las personas sigan viviendo ahí? Ahora empiezo a entender la respuesta. Todo inicia de forma casi imperceptible y va creciendo poco a poco hasta que se vuelve parte de la rutina y cuando te vienes a dar cuenta eres una más de las personas que conviven día a día con el alma de la ciudad y todo lo que ella implica.
Cheryl
Desafortunadamente la ciencia y la tecnología no son las únicas que han tenido notables avances y crecimiento. La violencia y la delincuencia están también a la orden del día y los ciudadanos de la región donde yo resido, Puerto Vallarta Jalisco y Bahía de Banderas Nayarit, estamos sufriendo cada vez con mayor frecuencia los ataques de las mismas.
El incremento en la delincuencia nos tiene a todos con los nervios de punta. Balaceras a cualquier hora del día, secuestros, tráfico de drogas, fraudes, etc. Son sólo algunas de las novedades que tenemos en nuestras localidades. Como todo, la violencia tuvo un inicio discreto, supongo que los delincuentes tenían la precaución de hacer todos sus “movimientos” a horas en que la mayoría de las personas comunes dormíamos y los disturbios eran rara vez asuntos que llamaran la atención de la ciudadanía porque no pasaban de ser rencillas entre personas dedicadas a lo mismo y limitado a ciertas zonas de la cuidad.
Esa situación cambio de unos meses hacia acá. Los horarios cambiaron. Ahora nos sentimos en peligro sin importar hora del día o zona en que transites. Ya no hay limitantes para la violencia, tan posible es que los delincuentes se agarren a balazos con sus enemigos o con la policía a media noche y en un barrio casi deshabitado como lo es que suceda en pleno mediodía en un centro comercial o en una de las colonias más populares de la ciudad.
Poco a poco estamos perdiendo la tranquilidad de nuestras vidas cotidianas y cumpliendo con todos los requisitos necesarios para llamar “ciudad peligrosa” a nuestra localidad. Es realmente una lástima ver que las autoridades locales, encargadas de atrapar y controlar a los malhechores, estén tan poco preparadas para hacerlo y que el armamento de los malos supere en mucho al de nuestros “protectores”, quienes la mayoría de las veces prefieren “llegar tarde” al lugar de los hechos con tal de no enfrentarse a quienes cuentan con armas de alto calibre mucho mejores que las suyas, con automóviles blindados y más rápidos, y que incluso los superan en número.
Las autoridades federales no se hacen de la vista gorda ante los hechos y nos mandan personal capacitado y armado lo suficiente para hacer frente a la ola de violencia que nos tiene temerosos a todos. Aunque esto también nos ocasione más trastornos en lo que respecta a nuestra vida cotidiana: retenes policiales en las peores horas del tráfico, revisiones que, en ocasiones, se podrían confundir con acoso por parte de las autoridades en cumplimiento de su deber.
Yo siempre me preguntaba ¿Cómo es posible que habiendo tanta delincuencia y peligros en las grandes ciudades, como el Distrito Federal, las personas sigan viviendo ahí? Ahora empiezo a entender la respuesta. Todo inicia de forma casi imperceptible y va creciendo poco a poco hasta que se vuelve parte de la rutina y cuando te vienes a dar cuenta eres una más de las personas que conviven día a día con el alma de la ciudad y todo lo que ella implica.
Cheryl
2 comentarios:
Efectivamente, el nivel de delicuencia cada vez se vuelve mas alto, creo yo de poco sirven los retenes (que mas bien son una patomima) porque generalmente la delincuenca esta entre nuestras autoridades.
Lo que yo veo es que ahora ya a ninguna persona aplica el dicho que dice "el que nada debe, nada teme"... ahora todos tenemos miedo aunque no hayamos echo nada malo.. Saludos
Hace poco mas de 10 años que mi familia salio del DF por culpa de la inseguridad... solo espero no irme de Vallarta por culpa de eso...
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