lunes, 18 de agosto de 2008

Todo tiene un precio

Hace algunos años, cuando yo contaba con aproximadamente 5 añitos de edad, mis hermanas mayores y yo (que soy la peque de la familia) fuimos a visitar a Carlos, uno de mis hermanos que vivía en otra ciudad.

Mi relación con Carlos era algo especial, en parte porque yo era la más pequeña de sus hermanas y en parte porque todos decían que el parecido físico entre nosotros era notable e incluso le llegaban a preguntar si yo era hija suya. Él me consentía y yo le correspondía con apapachos. Carlos vivía lejos de la familia porque era muy independiente y desde muy joven se emancipó de mis padres para hacer las cosas que lo hacían feliz. Tenía su propio negocio y llevaba el tren de vida que a él le encantaba.

Aquél día que le caímos de sorpresa en su casa, lo encontramos en mal estado estomacal y un tanto trasnochado (crudo). Mis hermanas que eran unas adolescentes en ese entonces querían ir a la playa e insistían en que se levantara y dejara la flojera para irnos a pasar el día junto al mar. Yo, a mis cinco años, me sorprendí de lo que ellas pedían, puesto que yo no iba preparada para eso, ¡No llevaba traje de baño!

Al fin de cuentas lograron convencerlo de que nos llevara a pasar el día a la playa y pusieron manos a la obra. De repente les digo, muy preocupada, “Pero yo no tengo traje de baño”, mis hermanas se miran y caen en la cuenta de que tengo razón, no me llevaron ni siquiera unos shorts. Mi hermano, con su humor negro que lo caracterizaba, comentó con burla “Ese no es problema flaquita, ahorita le hago unos hoyitos a un calcetín y ya está tu traje de baño”. Todos rompieron a reír la gracia de Carlos, excepto yo por supuesto. Me puse a llorar desconsoladamente, muy ofendida por el comentario y dolida de que mi hermano favorito se estuviera burlando de mí.

Se acercó, me abrazó y tratando de consolarme me preguntó ¿Qué podía él hacer para que dejara yo de llorar? La respuesta era muy obvia, “Comprarme un traje de baño” le contesté. Y así fue como me hice de un traje de baño nuevo, que por cierto no le costó barato, ya que siempre me lo recriminó en sus burlas “Me salió caro el chistecito del calcetín”.

Todo tiene un precio. Eso les pasa por herir los sentimientos de una mujer, no importa si es una niña.

Cheryl

2 comentarios:

Rodrigo dijo...

quien te manda estar hecha a escala??? hjejejej

Pasajeros enmascarados dijo...

Polly Pocket's Swim Suit....

Hubiera sido una excelente solución!

: D