No cabe duda de que soy una persona peculiar, no sé si a las demás mujeres les suceda que se extravían con cierta frecuencia, estén donde estén, vayan a donde vayan y aunque la dirección a la que me dirija sea de lo más sencilla termino dando vueltas…. Buscándola.
Me pasa a menudo que mientras voy en calidad de copiloto con alguien de confianza, no suelo observar el camino que tomamos, donde damos vuelta, por cual calle entramos, ¿Dimos a la derecha? ¿O a la izquierda? y lógicamente cuando intento ir por mi cuenta y bajo mi propio riesgo… ¡No recuerdo como demonios llegar!
Lo que sí es el colmo de los colmos es que me pierda mientras conduzco a casa de mi novio. Es en serio, me pasó. Hace un par de semanas iba a casa de Rodrigo muy tranquilamente, he ido tantas veces que no me preocupa extraviarme, cuando ya me encontraba cerca le marco al celular, para hacer presión, me contesta, le digo que estoy a punto de llegar, hago una broma y colgamos. De pronto miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en una calle que no conozco. ¡Dios mío! ¿A qué hora me metí por esta calle?.
No debía estar muy lejos porque los edificios me resultaban algo familiares y las calles no eran tan distintas de aquella que debí tomar, esa que era la correcta y que en ese momento tanto añoraba. Estaba segura de estar cerca porque antes de hacer la llamada iba bien, pero en algún momento mientras hablaba me dí vuelta en la esquina equivocada.
¿Y ahora? ¿Para dónde le doy? Seguí hacia delante con la esperanza de que al salir a la siguiente calle me toparía con la que deseaba. Pero no fue así, estuve un poquito desorientada por unos instantes hasta que encontré lo que buscaba…una referencia inconfundible. Una calle de la que me acordaba, no era la de casa de Rodrigo pero sí una que en algún momento de mi vida había recorrido y que según mis recuerdos pasaba justo por atrás de su casa.
Y si, mis recuerdos eran ciertos, al dar la vuelta en esa esquina me encontré de nuevo en territorio conocido. ¡Que alivio!
Pero esta no es la única vez en que he tenido que sufrir un poco a causa de mi despiste. Cuando estaba en la preparatoria convivía mucho con mi amiga Marisol, ella vive en una colonia que siempre me ha costado entender. En varias ocasiones “intenté” visitarla de sorpresa. Claro esta que no me resultó, porque terminaba llamándola para que fuera en mi rescate. En ese entonces no tenía auto y por lo tanto debía caminar bastantes cuadras desde donde me dejaba el autobús.
Empezaba a caminar muy segura de mi misma tomando el rumbo que yo suponía era el indicado. De repente el camino estaba bloqueado porque era una calle cerrada o terminaba en un triángulo. ¿Quién fue el inepto que permitió que la colonia fuera tan confusa? ¿Acaso no hubo un encargado de desarrollo urbano que demarcara con claridad las avenidas?. Culpar a las personas de Desarrollo Urbano de la ciudad no me disculpaba, pero al menos me hacía sentir mejor.
Se preguntarán ¿Qué hago cuando estoy fuera de mi ciudad? Tal vez se deba al hecho de que en esos casos me resultaría mucho más complicado llegar con bien a mi destino, que me pongo más observadora y no con facilidad me pierdo. Incluso suelo hasta dar referencias prácticas sobre cómo llegar a ciertos lugares que conozco, recuerdo nombres de calles y memorizo algún detalle que me ayude a ubicar el sitio que deseo encontrar.
Si hay alguna persona que haya pasado por una situación así me podrá entender. Si no, al menos inténtenlo. Quizás para dramatizar un poco y tratar de encubrir lo despistada que suelo ser, podría decir que es una enfermedad de los nervios que me bloquea el sentido de orientación y me hace perder la conciencia durante unos momentos jajaja, pero no es así, sólo soy distraída y, a veces, poco observadora. Probablemente se deba a que, en ocasiones, sólo pienso en llegar, sin importar cómo.
Cheryl
Me pasa a menudo que mientras voy en calidad de copiloto con alguien de confianza, no suelo observar el camino que tomamos, donde damos vuelta, por cual calle entramos, ¿Dimos a la derecha? ¿O a la izquierda? y lógicamente cuando intento ir por mi cuenta y bajo mi propio riesgo… ¡No recuerdo como demonios llegar!
Lo que sí es el colmo de los colmos es que me pierda mientras conduzco a casa de mi novio. Es en serio, me pasó. Hace un par de semanas iba a casa de Rodrigo muy tranquilamente, he ido tantas veces que no me preocupa extraviarme, cuando ya me encontraba cerca le marco al celular, para hacer presión, me contesta, le digo que estoy a punto de llegar, hago una broma y colgamos. De pronto miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en una calle que no conozco. ¡Dios mío! ¿A qué hora me metí por esta calle?.
No debía estar muy lejos porque los edificios me resultaban algo familiares y las calles no eran tan distintas de aquella que debí tomar, esa que era la correcta y que en ese momento tanto añoraba. Estaba segura de estar cerca porque antes de hacer la llamada iba bien, pero en algún momento mientras hablaba me dí vuelta en la esquina equivocada.
¿Y ahora? ¿Para dónde le doy? Seguí hacia delante con la esperanza de que al salir a la siguiente calle me toparía con la que deseaba. Pero no fue así, estuve un poquito desorientada por unos instantes hasta que encontré lo que buscaba…una referencia inconfundible. Una calle de la que me acordaba, no era la de casa de Rodrigo pero sí una que en algún momento de mi vida había recorrido y que según mis recuerdos pasaba justo por atrás de su casa.
Y si, mis recuerdos eran ciertos, al dar la vuelta en esa esquina me encontré de nuevo en territorio conocido. ¡Que alivio!
Pero esta no es la única vez en que he tenido que sufrir un poco a causa de mi despiste. Cuando estaba en la preparatoria convivía mucho con mi amiga Marisol, ella vive en una colonia que siempre me ha costado entender. En varias ocasiones “intenté” visitarla de sorpresa. Claro esta que no me resultó, porque terminaba llamándola para que fuera en mi rescate. En ese entonces no tenía auto y por lo tanto debía caminar bastantes cuadras desde donde me dejaba el autobús.
Empezaba a caminar muy segura de mi misma tomando el rumbo que yo suponía era el indicado. De repente el camino estaba bloqueado porque era una calle cerrada o terminaba en un triángulo. ¿Quién fue el inepto que permitió que la colonia fuera tan confusa? ¿Acaso no hubo un encargado de desarrollo urbano que demarcara con claridad las avenidas?. Culpar a las personas de Desarrollo Urbano de la ciudad no me disculpaba, pero al menos me hacía sentir mejor.
Se preguntarán ¿Qué hago cuando estoy fuera de mi ciudad? Tal vez se deba al hecho de que en esos casos me resultaría mucho más complicado llegar con bien a mi destino, que me pongo más observadora y no con facilidad me pierdo. Incluso suelo hasta dar referencias prácticas sobre cómo llegar a ciertos lugares que conozco, recuerdo nombres de calles y memorizo algún detalle que me ayude a ubicar el sitio que deseo encontrar.
Si hay alguna persona que haya pasado por una situación así me podrá entender. Si no, al menos inténtenlo. Quizás para dramatizar un poco y tratar de encubrir lo despistada que suelo ser, podría decir que es una enfermedad de los nervios que me bloquea el sentido de orientación y me hace perder la conciencia durante unos momentos jajaja, pero no es así, sólo soy distraída y, a veces, poco observadora. Probablemente se deba a que, en ocasiones, sólo pienso en llegar, sin importar cómo.
Cheryl
3 comentarios:
Ke bueno ke no me pasa eso a mi jeje... Acá en mi rancho tambien hay una colonia enredada, parece laberinto... lo bueno ke no tengo ke andar seguido por esos rumbos.. y cuando ando por ahi no me pierdo, solo no se donde ando jajajaja...
Tengo una amiga tan despiste ke aveces se pone zapatos diferentes jajjajaja... y tiene muchas historias mas ke son super entretenidas, dignas para un blog tambien. Saludos
jajaja ahi la llevas Sharito..., ya te dije, te voy a cobrar regalias por mencionarme jejej
y solo eres despistada para lo que te conviene!
Creo que alguien necesita recalibrar su filtro de información "no útil"... Ja ja ja ja ja...
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